Hábitos de consumo. Cómo ha cambiado el consumo de la movilidad en los últimos 10 años.
El reto de la movilidad en las grandes ciudades es cada vez mayor. El aumento de la conciencia social sobre el medioambiente ha ido introduciendo a los habitantes en una dinámica de uso sostenible de los medios de transporte. En este post vemos su evolución en los últimos años.
El «enfrentamiento» entre las grandes ciudades y la movilidad no es nuevo, ni mucho menos. Aunque lo cierto es que el reto es cada vez mayor. El aumento de la conciencia social sobre el medioambiente ha ido introduciendo a los habitantes en una dinámica de uso sostenible de los medios de transporte.
De una forma progresiva, las ciudades están recuperando el espacio para los peatones, restringiendo el del vehículo privado con políticas urbanas cada vez más estrictas, y fomentando a su vez el uso de desplazamientos más sostenibles. En Madrid se lleva intentando varios años tanto reducir el tiempo perdido en atascos como reducir los niveles de contaminación para eliminar la famosa boina madrileña, mediante medidas estrictas y polémicas, como Madrid Central, el Plan de Calidad del Aire o la reforma de la Gran Vía.
A estas políticas se le suma la irrupción del carsharing, que cuenta con más de 20 empresas de transporte compartido como Share Now, Zity, Free2Move, Wible y GoTo, con una flota de más de 20.000 vehículos compartidos electrificados, entre los que se encuentran coches, bicicletas, patinetes o motocicletas, y una comunidad de clientes que supera los 1,2 millones de usuarios.
Pero, ¿ha cambiado realmente la forma en la que se mueven los madrileños?
En cuanto al carsharing hemos visto que sí. Su evolución es notable desde que llegase Car2go en el año 2015 (aunque cabe destacar que el primer operador de carsharing en nuestro país fue Avancar, que llegó a Barcelona en 2005).
El mayor uso del carsharing ha provocado también un menor uso del vehículo privado, reduciendo ligeramente el volumen de tráfico como podemos ver en el siguiente gráfico, que recoge la intensidad media diaria mensual desde el año 2012 hasta 2020. En este periodo circulan diariamente hasta un 10% menos de vehículos en las calles de Madrid, y casi 100.000 menos en el interior de la M-30.



En lo que refiere a transporte público, tanto los autobuses urbanos (EMT) como el servicio de Metro presentan crecimientos en el número de usuarios que emplean estos modos, con un aumento de más de 250.000 viajeros diariamente, hasta el comienzo de la pandemia, que como es lógico, redujo los datos al mínimo.
El servicio de autobuses creció un 8% entre 2013 y 2019, lo que se traduce en que en el año 2019 diariamente en torno a 35.000 viajeros más usaron este servicio.
Metro de Madrid incrementó su número de usuarios en este periodo en un 6%, que se traducen en un aumento diario de 77.000 viajeros.



Pero estas variaciones pueden estar sujetas al crecimiento o decrecimiento de la población. En Madrid se traduce en un aumento de más de 60.000 habitantes en la ciudad y en más de 350.000 habitantes en la comunidad autónoma.



Por lo tanto, podemos concluir que sí existe un cambio modal en la forma de desplazarse de madrileños y madrileñas, con menos coches en nuestras calles y un incremento de viajeros en el transporte público. Una forma de desplazamiento notablemente reforzada por el auge del carsharing, que llegó hace 6 años y qué cuenta con 1,2 millones de usuarios a día de hoy.
Esta pluralidad de opciones y formas de desplazamiento hace que la propiedad de un vehículo privado sea cada día menos necesaria, algo que para muchos supone un coste importante en cuanto a la posesión, el mantenimiento, los seguros y todas las tasas e impuestos inherentes a esa propiedad. Además, y profundizando en el punto de vista de la sostenibilidad, este modelo de movilidad favorece la consecución de los objetivos medioambientales de la ONU con los vehículos de cero emisiones.
Si esta tendencia siguiese su curso, implicaría ventajas evidentes para los núcleos urbanos, con una reducción importante de la masificación del tráfico y una mejora de la calidad medioambiental y de la salud pública.